Distintos procesos confluyeron en lo que hoy se ha llegado a denominar Nuevo Constitucionalismo Latinoamericano. Hay procesos donde participan iniciativas con importante participación europea, como lo que se denomina Neoconstitucionalismo y también, en uno de los aspectos centrales de este tema, el de la Ecología Profunda. Es una contribución clave a este proceso toda la lucha por los derechos humanos en medio de las Dictaduras Militares en nuestra región y de la represión a los movimientos populares llevadas a cabo en el marco de la implementación -impulsada por el gobierno estadounidense- de la Doctrina de Seguridad Nacional. Los llamados “procesos de transición” a la vuelta de la democracia electoral en nuestra región dieron espacio y mostraron la necesidad de repensar el Derecho y las constituciones vigentes. Especialmente importante fue el proceso de paz en Colombia frente al acuerdo con el Movimiento 19 de abril (M-19) en 1991. Confluyeron procesos que venían influenciando agrupaciones de abogados que acompañaban la lucha popular como en Brasil “O Direito achado na rua”. Desde el Cristianismo de Liberación también llegaron aportes, especialmente provenientes, de las luchas de las Comunidades Eclesiales de Base (CEBs) junto a organizaciones populares, campesinas e indígenas. El surgimiento de gobiernos que cuestionaron el neoliberalismo -con límites y ambigüedades pero en forma concreta en muchos aspectos- en la bisagra del milenio y, principalmente, en las primeras décadas del Siglo XXI dio el impulso para la concreción de los espacios y para el clima político necesarios para la maduración de la confluencia de todos estos aportes en procesos constitucionales originales y con una fuerte presencia de importantes aspectos descolonizadores y populares.
Pero lo que podemos entender como aporte determinante provino de la lucha y de la reflexión de los Movimientos Indígenas de nuestra región, y, particularmente, de la zona andina. En lo que podemos identificar como proceso de politización de lo étnico, la praxis de lucha por la vida indígena y su ancestral reflexión fue produciendo un material enormemente descolonizador y cuestionador del carácter oligárquico y procapitalista de los contenidos constitucionales de nuestra región. Por esto se considera, entendemos que, con razón, a los procesos constitucionales ecuatoriano y boliviano como el culmen de este Nuevo Constitucionalismo Latinoamericano.
No solamente ni primeramente por los textos constitucionales, importantes de por sí, sino, sobre todo por los procesos que llevaron a ellos, pudieron construirse -en medio de luchas, ambigüedades, negociaciones, consensos, triunfos y derrotas- esta importante realidad que expresamos como Nuevo Constitucionalismo Latinoamericano. Un lugar destacado en él lo constituye la presencia de principios indígenas totalmente opuestos y radicalmente alternativos a la tendencia oligárquica y procapitalista de nuestras constituciones. Presencia que queda conviviendo con elementos de ese anterior constitucionalismo conformando cuerpos que perdieron la pretendida coherencia que tenían conformando una “sana incoherencia” que expresa lo que podríamos entender como una victoria parcial de lo popular en este ámbito. Un agrietamiento de los edificios constitucionales centrados en la propiedad privada concentrada por donde aparecen principios de enorme potencia popular y ecológica como el del Buen Vivir.
