Desde el establecimiento del ser humano en la tierra existe evidencia de su adaptación al cambio climático, enfrentándose a ambientes hostiles y aprendiendo a sobrevivir, migrando o buscando refugios temporales como cuevas. La aceleración del cambio climático desde el siglo pasado debido al crecimiento industrializado y el consumo desmedido de los bienes comunes naturales, ha impactado a las poblaciones más vulnerables a nivel mundial.
Guatemala es un país considerado en vías de desarrollo, con altos índices de pobreza, desnutrición, desigualdad social y al mismo tiempo es uno de los países más afectados y vulnerables al cambio climático, por ser un territorio expuesto a los huracanes en el Atlántico, y a la extensa época lluviosa que cubre buena parte del territorio, generando riesgo a inundaciones y derrumbes en varias partes del territorio guatemalteco.
Guatemala está dividida geográfica y políticamente en 22 departamentos, dentro de los cuales Chiquimula es uno de los más pobres, registrándose altos niveles de desnutrición, incidencia de enfermedades infecciosas, deforestación y por ende sequías e inundaciones, lo que impacta en las poblaciones históricamente vulnerables, que sufren año con año la fuerza de la naturaleza en estos ambientes desprotegidos, erosionados, y que viven en construcciones informales, poco o nada resistentes y que deben ser reconstruidas con los materiales que tengan accesibles constantemente.
