Pandemia e suas interfaces no ensino
Organização: Cristiana Callai, Fernanda Insfran
PREFACIO
De cómo la pandemia pone de manifiesto la precariedad
Dra. Gisela Untoiglich
En un comienzo me gustaría agradecer la invitación a pensar junto a uds la Pandemia y sus interfaces en la enseñanza en un contexto como el que se vive en Brasil de arrasamiento de las personas, sobre todo de las personas más vulnerables.
En marzo de 2020 las escuelas cerraron sus puertas de la presencialidad para abrir las ventanas de la conectividad de los modos que fueran posibles en un marco de emergencia sanitaria. La cuestión que se planteó fue cómo organizar aulas remotas en este contexto en el cual muchísimos estudiantes, pero también muchos profesores no tenían dispositivos móviles y/o datos suficientes para poder estar conectados todo el tiempo que esta situación lo requería. Se puso de manifiesto la enorme brecha digital, la tremenda desigualdad que asola a nuestros países. ¿Cómo sostener los aprendizajes en ambientes que ya eran precarios?
La pandemia es un acontecimiento sin precedentes en la vida de todos, es decir tanto profesores como estudiantes quedamos atravesados por esta situación tan compleja y tan difícil de sostener para todos. Sin embargo, no a todos nos afecta por igual, aquellos que tenemos casas en las cuales poder quedarnos, aquellos que tenemos garantizados trabajo, conectividad, alimento, no estamos en igualdad de condiciones que aquellos que no lo tienen, por lo tanto el nivel de vulnerabilidad será completamente diferente según los recursos materiales y simbólicos de los que se dispongan y fundamentalmente las redes de sostén que se tengan.
Pandemia significa etimológicamente aquello que afecta a todas las personas y hoy más que nunca vemos en el planeta que no existen acciones exclusivamente individuales, cada acción, de algún modo, repercute sobre todos nosotros como humanos que vivimos en comunidad y en vínculo directo con la naturaleza.
Algunos investigadores hablan de “Sindemia” (Horton, 2020), haciendo referencia a un concepto acuñado por M. Singer en los noventa, que revela cómo se producen las interacciones biológicas y sociales por las cuales algunas enfermedades interactúan con otras enfermedades no transmisibles en un contexto social y ambiental marcado por la inequidad y la desigualdad social. Las enfermedades como la diabetes y la obesidad son más comunes en personas de bajos recursos. No se trata solo de una comorbilidad, sino de condiciones sociales que hacen que todo empeore y que muchas veces podrían ser evitables. Sería necesario entonces cambiar de estrategia y replantearnos las condiciones sociales que hacen que algunos grupos sean más vulnerables que otros, para poder pensar en el largo plazo y replantear nuestras luchas.
Nos encontramos con países donde predomina el “Neoviralismo” (Nancy, J.L., 2020), se trata de una transcripción en términos de salud del neoliberalismo económico y social, que deja a cuenta de cada uno, quién se salva y quién muere. Una nueva modalidad del “neodarwinismo” en el campo de la salud que limpia a los descartables (pobres, viejos, personas con discapacidad, en definitiva, todos aquellos que no son productivos para el sistema).
Necropolítica (Mbembe, A. 2006) que dicta qué vidas valen la pena ser lloradas y cuáles no valen siquiera para entrar en una estadística, es decir, vidas que no cuentan. Toda biopolítica se convierte en necropolítica cuando los regímenes de desigualdad determinan qué cuerpos serán sometidos al riesgo de morir y cuáles serán cuidados con todos los recursos disponibles. Este contexto cronifica la precariedad. Tenemos que producir inquietud y no acostumbrarnos a la muerte, que nunca acecha del mismo modo a todos los sujetos. Si bien el virus puede llegar a cualquier persona, sabemos que encuentra en la desigualdad social las condiciones para abatir a ciertas poblaciones con mucha más virulencia.
Precisamos poner en tensión el concepto de normalidad como constructo histórico-político- económico-social. No se trata de volver a la normalidad, porque esa “normalidad” deja a millones invisibilizados, afuera de un sistema que no tiene ni el lugar, ni la voluntad de albergar a todos y a todas.
Necesitamos instalar como concepto central “el cuidado”, para construir una pedagogía del cuidado, que pasa necesariamente por entender el cuidado como política, como ética, como red de sostén en el que cuidamos de nosotros y de los otros, así como los otros velan por nosotros. Tenemos que pensar la dimensión ética de responsabilidad con cada sujeto para la construcción de un mundo común.
Es preciso armar espacios de conversación abierta, plural, colectiva, entre profesores, estudiantes, padres para poder construir un mundo donde la convivialidad sea posible.
En tiempos donde las políticas de inclusión retroceden y se considera que es posible incluir dejando a los estudiantes fuera de la vida común, es cuando más que nunca tenemos que tejer redes de sostén, de pensar juntos y de resistir. Porque la escuela es un lugar de resistencia y como dice Silvia Bleichmar (2007) también tiene que ser un lugar no tan solo para aprender los requisitos de supervivencia, sino un espacio de recuperación de sueños.
Habitar la inclusión es politizarla, cuestionarla, es ir haciendo la inclusión que es hacer escuela, porque las escuelas todas ellas, o son inclusivas, o no son escuelas. Incluir no es apenas dejar entrar, es generar las estrategias y otorgar los presupuestos para que esto sea posible, es crear las condiciones para que la experiencia de aprender juntos sea posible.
Es cierto que vamos recorriendo el camino a medida que lo caminamos, pero eso no puede estar sujeto a la buena voluntad de un profesor o un director, es necesario que sean políticas de Estado que perduren y vayan más allá de la voluntad de cada uno. Es solo entrelazándonos entre todos enmarcados en una perspectiva de derechos, que eso será posible. Será preciso ir a buscar a aquellos que se nos perdieron en el camino, en un fuerte trabajo interdisciplinario que muchas veces tendrá que ser indisciplinado, prácticas desobedientes que se rebelan contra las exclusiones cotidianas.
Necesitamos inventar espacios de encuentro con nuestros estudiantes, entre nosotros, con las familias, espacios de diálogos y de juegos. Marcas subjetivas de un tiempo inesperado que tendremos que transitar juntos. ¿Cómo hacemos para sostener a los que sostienen?
Es preciso estar disponibles para escuchar, alojar, ofrecer miradas sensibles que potencien los buenos encuentros y amplíen los posibles. Construir nuevas territorialidades en las que predominen la confianza, la ternura, sostenidos en vínculos alojadores.
No puedo finalizar este escrito sobre ensino sin traer las palabras de P. Freire “Os sonhos são projetos pelos quais se luta. Sua realização não se verifica facilmente, sem obstáculos. Implica, pelo contrário, avanços, recuos, marchas às vezes demoradas. Implica luta. Na verdade, a transformação do mundo a que o sonho aspira é um ato político e seria uma ingenuidade não reconhecer que os sonhos têm seus contra-sonhos”. (Freire; 2000: 54)
Buenos Aires, Octubre, 2020.
Ano de lançamento | 2020 |
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ISBN [e-book] | 978-65-5869- 128-0 |
Número de páginas | 381 |
Organização | Cristiana Callai, Fernanda Insfran |
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